El retorno de la sinfonía tras el tarareo.

Echarse de menos es sentarse cara a cara con el descarado rostro del pasado. Sumergirse en la mirada del que fuimos para así que la sinfonía del yo sonaba sin pentagrama en nuestro nacimiento. Una sinfonía cuyas notas íbamos olvidando a cada paso dado. Una sinfonía que al no recordar, fuimos transformando y reciclando para no caer en la desdicha del silencio, y así la sinfonía de la existencia pasó a ser vago tarareo de olvido.

Echar de menos es convivir a golpes con lo más cruel que ha parido el tiempo, sin embargo echarse de menos es malvivir frente a un espejo que falla en favor de la decadencia, sentir el crecimiento  como algo lejano en el tiempo, notar que cada vez vuelas más bajo y que la gravedad es liviana si la comparamos con los yunques que cuelgan del alma y te arrastran lejos del cielo y así tu propio tú se acaba convirtiendo en fuerza decadente.

Y así de la mano del tiempo vamos tarareando algo cada vez más y más borroso.        Hasta que nos damos cuenta de que lo que tarareábamos era tan distinto que era novedoso, tanto que dio pie a una nueva melodía que nacida de los restos del pasado y la melancolía se escribía día a día en un pentagrama que a partes iguales ocupaba presente y futuro. Una nueva sinfonía en la que querer vivir amando lo actual y deseando lo venidero.

 

E.Medina

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Tijuana: Bajo el refugio.

[Refugio: Del latín Refugium Hermandad dedicada al servicio y socorro de los pobres.]

Cruzamos la frontera con una facilidad insultante, insultante para los que sufren de manera irreversible la cara más oscura de la “protección fronteriza”. Aun así, una cámara dispuesta a revelar y un lápiz dispuesto a reflejar se adentraron en los Estados Unidos de México a través de Tijuana. Y así, siendo ayudados por personas entregadas a hacer de la frontera un sitio algo menos corrosivo accedimos a refugios y albergues donde las personas intentaban esperar y sobrevivir a la implacable protervia de las fronteras y sus consecuencias.

-Donde los papeles no se pedían, se dibujaban.

En el primer albergue había 100 personas, decenas de familias y miraras donde miraras, niños jugando a ser simplemente niños. Era un lugar de planta rectangular, no muy grande y con tiendas de campañas ocupando casi todo el espacio. En las paredes se podían ver carteles informativos, la mayoría sobre los derechos que tenían:

“Derecho a un nombre”; tener que reclamar ese derecho es síntoma de un drama, del drama de tener que exigir hasta tu identidad.

“Derecho a un traductor”; en el mundo de hoy es tan necesario conocer el lenguaje poderoso, que desconocerlo supone una desventaja que se usa para recortar tus derechos.

“Derecho al amor”; Derecho que sirve para… Para todo realmente, para seguir cuando parece que todo está perdido, cuando pesa demasiado el largo camino.

“Derecho a la dignidad”; al leer ese rótulo señalado en la pared supe definitivamente que en aquel lugar no había que dar ningún derecho humano por supuesto.

En una esquina se levantaba un altar que rememoraba a los muertos, a los que ya no están, a los que a veces se quedaron en el intento pero siempre quedarán en la memoria colectiva.

De dos en dos salían los niños a un pequeño autobús reconstruido en una especie de  escuela donde voluntarios creaban un espacio de creatividad donde compartir colorido material. Allí, Victoria y su hermano venidos desde Centroamérica dibujan sobre el papel relojes con mil agujas, quizá para ellos dos no son suficientes, quizá no hay que conformarse con dos. En cada dibujo plasman los recuerdos de las personas que se han quedado en la tierra de la que provienen. Es sorprendente ver cómo la conciencia de los niños sobre la situación que viven es tan avanzada, y aun así eso no les impide sonreír haya donde miren, y eso que la dureza de una vida errante es difícil de afrontar. Pero lo que yo vi son niños con ansias de conocer, y las ganas de aprender van más allá de las barreras fronterizas y las concertinas burocráticas de la inmigración.

En aquel ambiente la máxima era aguantar lo máximo que se pudiera aunque casi todo fuera efímero, incluido el autobús, aquel autobús donde los papeles no se pedían, se dibujaban.

 

-Divina Providencia

Recorriendo los irregulares caminos de Tijuana llegamos a la Divina Providencia; allí, gallinas y cerdos ocupan el paisaje de manera desordenada y las casas y cobertizos se disponían a ambos lados del camino de forma dispersa. Al llegar, lo primero que vi fue pobreza, grandes salas oscuras llenas de tiendas de campaña y de movimiento constante y vivo de personas de todas las edades por un espacio angosto.

Pero más que pobreza, cuando de verdad escuché y vi con atención, lo que más había era gratuidad y trabajo solidario; entre tantos problemas, dramas familiares, precariedad y eterna espera fronteriza lo que yo veía era que había constantes ejemplos de gente que no se rendía en la lucha y la búsqueda de un futuro para sus hijos, y que durante la travesía se ayudaban y eran ayudados en pequeños espacios de solidaridad, luchando así contra el ambiente insolidario nacido de la naturaleza egoísta de una frontera así.

Más de 300 personas en aquel refugio con sus respectivas realidades y con tanto que enseñarme en tan poco tiempo. Una niña me preguntaba si mi libreta no era demasiado pequeña, yo me debatía entre sí explicarle que el tamaño de las palabras va más allá del espacio o si decirle la triste verdad, que sí que mi libreta no era lo suficientemente grande como para atrapar todos los matices que había ante mí.

En lo grande y lo laberíntico del lugar conocí la sensación de ver en primera línea el drama que sufren familias, matrimonios y hermanos al tener que separarse con la incertidumbre de no saber cuándo se volverán a ver. Gracias a lo que dictan las leyes escritas en grandes despachos a 40.000 km en las teóricas tierras del progreso.

-Una persona, un refugio en potencia

Muchos eran los refugios y albergues que hay en la zona, pocos los que pudimos ver. Un albergue podía ser de muchas maneras, asociados a la iglesia católica, para personas LGTBI… Sin embargo, un albergue podía ser una casa acomodada para acoger a las pocas personas que caben en un puñado de pequeñas habitaciones. Una iniciativa personal de alguien tocado por la sensibilidad, no tenía que ser un gran proyecto para cientos de personas sino que hasta una persona de buena voluntad podía salvar y acoger dando un techo y una cama a las personas que lo necesiten por amor al otro, por ser persona poniendo lo que tienes a la disposición de los que no tienen, siendo así una perla valiosa para el mundo. Una persona podía ser un refugio en potencia. Así pues eran muy diferentes los albergues entre sí, pero en común tienen por un lado el mismo fin y por otro lado una respuesta del gobierno mexicano más que pobre a la hora de apoyar estas propuestas.

En la espera a un lado de la frontera, la dureza de la situación se mezcla con la iniciativa solidaria de los pobres para con los pobres.

Y así me alejo de Tijuana, sabiendo que lo que para mí es una experiencia fugaz para otros es un día a día que puede llegar a durar hasta toda una vida, escribiendo esta imperfecta y baladí pincelada de esta realidad, y deseando llegar a tener unos ojos más propensos a escuchar de verdad.

 

Enrique Medina.

Bajo confusión

(Symphony 4º: Tchaikovsky )

Confundimos lo secundario con lo prioritario. Así lo realmente importante se pierde en las profundidades de la superficialidad haciendo de la existencia un conjunto de  movimientos circulares, respiraciones atropelladas, miradas ciegas y palabras vacías.

No debe haber confusión en que estamos confundidos por el interés de que vivamos sumergidos en la más profunda confusión por razones inconfundiblemente sospechosas.

Confundimos la sangre inocente con el vino derramado, pues no le damos la importancia suficiente a que lo más trascendente de la existencia, que es la vida, se pierda por los caminos de las tragedias más injustas.

Confundimos la justicia con la ley, cuando la justicia poco tiene que ver con constituciones y normas que cambian cada pocas primaveras que al fin y al cabo cambian con algo tan vulgar como es el dinero, que no es comparable con la trascendencia de lo justo en sí.

Confundimos el dinero con el bienestar, cuando no es condición necesaria para tenerla, es más, es la antesala del negocio, madre de la guerra.

Confundimos la guerra con un inconveniente mal menor, cuando en realidad es el fracaso de todo en todos los ámbitos, haciendo del matar, algo obvio.

Confundimos lo obvio con lo impuesto. Así se apaga cualquier posibilidad de progreso, nos hacen normalizar la oscuridad a la vez que nos ocultan la luz con grandes muros.

Confundimos los muros con la seguridad, y lo que se sigue de ese planteamiento  esque lo más seguro sería estar muerto alejado de todo peligro.

Confundimos el peligro con lo diferente, no hay confusión más insensata, pues no conocer lo diferente tiende a empobrecer la vida.

Confundimos la vida con vivir, y cegados por la incomprensión vivimos en un sin vivir como bandera

Confundimos a las banderas con un Dios que parece inocente pero que divide y mata, que enfrenta y convierte a cada hermano en sospechoso, por el hecho de existir. Y el rencor lo llena todo con sangre inocente y lágrimas.

Confundimos las lágrimas con un suero de debilidad, cuando en realidad los que han llorado por la tristeza de lo perdido ayer, por la agonía de no encontrar paz hoy, o por la incertidumbre de que hasta el más fuerte corazón perezca mañana, son los que tienen un camino más puro para poder comprometerse con encontrar la calma tras la tempestad del mundo. Siendo los verdaderos débiles los que nunca han sentido emoción al ver las adversidades y los regalos del mundo, pues han perdido el sentido de apreciar con el corazón.

Confundimos un “te quiero” con el querer, el “yo” con el todo, la democracia con papeletas vacías y cualquier cosa que brilla se confunde con amor.

Confundo el amor con todo y el todo con la nada y a cada segundo sigo perdido por  los nublados caminos de los sentimientos, tropezando con cada latido de un corazón que no sabe porque late.

 

Enrique Medina

 

Ironía

El enamorado dijo: La muerte es irónicamente parecida al amor.

Yo pregunté: ¿La muerte?

El enamorado dijo: Si, la muerte. No se sabe realmente que es ni porque está ahí. Negar su existencia es de necios, restarle importancia es de incautos, aceptarla es de valientes y usarla como arma es de bestias.

Ambas te cortan la respiración y ambas hacen que la vida sea vida.

Mi brevedad trascendente

(Con la fuerza con la que un niño da su primera bocanada de aire)

Perdón si desafino más que acierto, pero me escucho y a veces solo escucho la nada más oscura, escucho mis latidos cojear por los fracasos, noto como muere mi sonrisa más verdadera sustituida por mis muecas de recuerdo por el aquel pasado que me hizo nacer, me miro dentro de los recovecos de mi alma y lo único que veo, es a alguien que puede aprovechar cada bocanada de aire y aun así se asfixia en cada intento de vivir.

Soy aquel que posee lo necesario para salir y aun así solo prueba la amargura de ver los trenes deseados pasar una y otra, y otra vez desde el rincón menos iluminado de la estación. Sin poder mirar a los ojos a aquellos que con lo que pueden permanecen en el recorrido soleado de la vida. Y allí vivo y malvivo entre cien virtudes y buenas personas. Y así envejece el alma en mi mundo.

Por muy bañada en pesimismo que parezca la sensación de envejecer el alma. El que envejezca el alma también conlleva crecer, conlleva aprender, y conlleva soñar lleno de esperanza. Soñar con  cosas más allá de lo supuestamente posible, como aquel niño de la antigua Grecia que soñó con llegar a la luna, y eso le costó la cordura impuesta por los necios… Y es que el límite de los sueños es tan inexistente, que parece que asusta, sin embargo nos engrandece y nos arma ante el imperio de muerte. Pues somos tan libres cuando volamos en nuestro ser que buscamos esa misma libertad en el día a día, y es en esa búsqueda natural de libertad donde quiero seguir envejeciendo  con templanza cada sonrisa y cada pensamiento y amando lo que tengo y esperando la revolución del mañana con la fuerza con la que un niño da su primera bocanada de aire al nacer.

El meta reflejo del ser.

En el preciso instante en el que miras en el espejo de tu propia alma, se reflejan las esencias humanas que nos unen en armónica simbiosis con nuestro ser. Y es en esa esta unión entre las almas individuales y las metas humanas donde nace la persona como columna que sostiene el saber, el saber amar la realidad humanística basada en la pregunta y la duda holística.

[E.Medina]

Hijas del soleado amor.

Serán gélidos  los sentimientos al convertirse en amargura,

los rostros  se deformarán a merced de la muerte,

si escondemos la calidez de lo bello a su suerte,

cabalgaremos violentos caballos hacia el desfiladero de la locura.

En las orquestas enmudecerán instrumentos y notas,

y en ese silencio arderá  todo lo puro que nos queda,

cada pincelada será un borrón áspero sobre maltrecha seda

y los versos tan solo serán palabras vacías y rotas.

 

Cuando se niegan los sentimientos y las verdades,

el odio y sus colaboradores avanzan llenos de maldad y vacios de moral,

esperando poder derribar nuestra humanidad de lo puro hacia lo fatal,

desesperando nuestras esperanzas y oscureciendo las claridades.

 

El amor es negado por  el viento de lo moderno,

sería más lógico negar que el sol alumbre.

Dicen los demasiado cuerdos que es un invento del hombre,

pero son solo tímidas voces intentando derrumbar  un sentimiento eterno.

 

El amor es como el sol coronando el monte,

en horas diurnas da claridad en las obras,

pero el usurero no da luz sin pedir dudas y sombras,

y ya en tiempos nocturnos es solo una estrella más en el horizonte.

 

La revolución nace del amor a la libertad soñada,

la humanidad del amor al diferente,

la fortaleza del amor a vivir con esperanza el presente,

y la vida nace del amor sin que le haga falta más nada.

Solitariamente acompañado

La amistad no es enemiga de la soledad, pues al igual que el horizonte acompaña al sol en un anochecer, la soledad acompaña a la amistad hasta en los momentos más felices. Y es que abrazar la soledad no es estar solo, sino aceptar que para ser un buen amigo necesitas dialogar a veces contigo mismo.

La amistad, es la travesía entusiasmante que siempre empieza y nunca acaba. Pues que difícil es luchar sin unos ojos que te den esperanza, que difícil es aguantar sin un brazo que te abrigue o unos labios que te sonrían haciéndote sentir acompañado en este solitario mundo lleno de amistades que existieron, que nunca fueron, o que nunca acabarán.

Enrique Medina

Unión y lucha

La esperanza de los soñadores es la piedra en la que se sostiene la lucha en la que día a día se crea un mundo nuevo.

Cada persona simboliza sus propios conceptos y le da su respectiva relevancia.

Para mi el arte al igual que la filosofía simbolizan las armas del pueblo para mantener un pensamiento colectivo basado en la unidad. La poesía, la música, la pintura, la arquitectura, la escultura al servicio del progreso y la igualdad, removiendo conciencias y recordando que somos todos un mismo pueblo y que todos debemos luchar por nuestra historia, que nos une, y nuestro futuro,que nos compromete.

La solidaridad es el camino que guía toda lucha justa. La amistad es la bandera universal que mantiene unida la asociación. La libertad es el fin ansiado por los esperanzados y oprimidos, al que hay que llegar con no-violencia para romper las cadenas de la tiranía del odio.

La ley simboliza el intento de limitar nuestra ética a simples normas,de globalizar la moral, quizá un intento necesario para evitar el caos, pero no por ello deja de ser un intento ingenuo de chantaje amenazando la libertad del individuo.

Las guerras y las fronteras simbolizan el fracaso de la humanidad pues soy de los que creen que la naturaleza más básica del ser humano es la de amar.Y cuando llevas al amor a la política se crea un sistema no violento.

La lucha por la justicia es la tarea de los que miran el pasado y continúan la lucha emprendida siglos atrás, haciendo de su vida un testimonio de humanidad en el oscuro presente para llegar al futuro soñado por los oprimidos, los que lloran,los utópicos y los que fueron despojados de su alegría

Caminando siempre con la esperanza del que siente el amor del otro y abandona el odio.

Entre la impotencia y la esperanza.

 

No encontrar lo que siento en el vocabulario,

al querer expresar los recovecos de lo prohibido,

es el día a día de los mediocres y su calvario,

y así entre la impotencia y la esperanza,  vivo dividido.

 

Convivir con la realidad y sus oscuridades,

es la odisea de los que luchan con bravura,

atar y cortar las alas de las libertades,

es el vicio diario del que reprime y censura.

 

La libertad vive presa de las duda,

y se fuga de prisión entre convicciones,

gritando hasta cuando el alma es muda,

trasladando los miedo a fríos renglones.

 

Y así vivo entre las palabras y sus limitaciones,

soñando con romper el espacio tiempo y su dictadura,

para no vivir bajo el reino de las prohibiciones,

que oprime al alma hasta cuando solo murmura.

 

Enrique Medina